Menosprecio de Corte y Alabanza de Aldea


* Advertencia, lo que sigue es un ejercicio de pedantería, si quieres puedes saltar al siguiente párrafo, aunque habrás perdido una oportunidad de ganar una pregunta la próxima vez que juegues al Trivial *

Para el año 1539 un señor llamado Fray Antonio de Guevara publicó  un texto llamado Menosprecio de Corte y Alabanza de Aldea, el libro se convirtió en lo que hoy llamaríamos un best seller a nivel europeo. La obra se divide en veinte capítulos, los diez primeros se dedican a  alabar la vida del pueblo y los diez últimos a criticar la vida en la corte. En esta última parte dedica tres capítulos a contar como, a pesar de todas las ventajas de la vida campestre, decide quedarse en la corte.

*Fin del momento pedante*

Ayer tuve que trabajar por la tarde y a mitad de mi jornada pude hacer un receso. Con unos cuarenta minutos de tiempo en mis manos decidí acercarme a mi bar cervecero de cabecera para tomarme una refrescante media pinta.

Cuando llego a la pantalla que muestra los diez grifos que tienen mis ojos se van a la IPA de Arriaca, una apuesta segura si me preguntas.

Acabé la pinta con premura, el camarero me intentó convencer de que me tomara una Blackadder de La Pirata/Laugar lo que rechacé con educación porque tenía que volver a trabajar.

Según volvía, en línea un poco menos recta que a la ida, al trabajo, más optimista que media hora antes, el humor inflamado por los casi 7 grados de alcohol que me había tomado, me dio por reflexionar.

¿Es acaso tan difícil elaborar cervezas de baja graduación alcohólica / pocos IBUS de amargor y que sean atractivas?
Recordando la oferta del bar, además de la IPA de Arriaca (6,90) y la Blackadder (8,50), estaba Asura de Yria (130), Doble IPA de Alesmith (8,50).
Para los bebedores moderados había dos referencias: Toledo de Domus (4,80) y Rubia de Arriaca (4,30).

No voy a decir que no hubiera alternativas para los que queríamos algo rápido y refrescante, pero cuando voy a estos bares parece que el lema es cuanto más mejor. Añoro cervezas suaves, de poca graduación, que me pueda tomar conversando con el parroquiano de al lado de la barra, que me permitan volver a casa por el mismo camino que vine.

Aproveché y cuando llegué a casa me tomé una pinta de Razor Back una bitter inglesa de 3,60 mientras nos contábamos cómo nos había ido el día tranquilamente.

Como Fray Antonio de Guevara, elogio las cosas sencillas pero al final acabo subiendo a untappd las cervezas alcohólicas-lupuladas que bebo.

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